El Aromo,
en esta bella mañana de enero,
ha venido hacia mí,
litúrgico,
¡cómo un cumulonimbo
entre las adelfas,
la fuente
y un errante coleóptero por derrotadas baldosas!
. . .
De su milagrosa cortesía,
¡tan breve como mi hacienda!,
quédame una escritura peregrina
de raíces, madera y hojas.
UN COLIBRÍ
Un colibrí, verde y azul,
el aromo me ha traído en su fugaz visita.
Uno frente al otro nos ha dejado
con la posibilidad grisácea, contingente, de querernos.
Él, "aleteando".
Yo, "meciéndome", con restos de galleta en los dedos extendidos.
. . .
Desde una noche fresca de febrero
anida el ave, menos verde y azul, en mi cayado aórtico
construyendo, lejos del frío y de Naranjo,
un redondito translúcido aneurisma.
. . .
Con la mano derecha en el pecho -de ramitas, hojas y flores de aromo-
palpo los dos corazones unisonados:
Tic, toc,
Tic, toc.
HEME EN EL PATIO
Heme en el patio de noviembre, veintiséis y fresco,
con recuerdos de amores, ¡viniéndome entre azahares y yendo!
Huelo la noche, mulatiña de pecas y azahares,
bajo la Luna de los grandes pechos, ¡ya del limonero alejando!
. . .
Sobre unas chapas, quizás amores reclama el gato,
sobre unas chapas, ¡espejos pobres del astro yendo!
¡Belleza geométrica del escaleno triángulo
que solitaria se inmensa en este orbe ensanchando!
. . .
Naranjo, esfumado, arriba, tal vez en un pecho,
pardo y al aire, ¡arenga aguzando!
y mi Luna de azahares, ¡más arriba!, ¡más arriba!,
de amores preñada, ¡girando y girando!
Heme en el patio de noviembre, veintiséis y fresco,
con recuerdos de amores, ¡viniéndome entre azahares y yendo!
Huelo la noche, mulatiña de pecas y azahares,
bajo la Luna de los grandes pechos, ¡ya del limonero alejando!
. . .
Sobre unas chapas, quizás amores reclama el gato,
sobre unas chapas, ¡espejos pobres del astro yendo!
¡Belleza geométrica del escaleno triángulo
que solitaria se inmensa en este orbe ensanchando!
. . .
Naranjo, esfumado, arriba, tal vez en un pecho,
pardo y al aire, ¡arenga aguzando!
y mi Luna de azahares, ¡más arriba!, ¡más arriba!,
de amores preñada, ¡girando y girando!
UNA BARCA
Una barca, que del muelle a la mar va
y con pescados de plata vuelve,
que entre golpes de olas y sal va
y entre ocasos y lunas izadas vuelve.
. . .
Un pescador, que canturreando a nadie
e ingrávido entre el aire y los pájaros va
y cansado, plata y silencio,
con pescados de luna vuelve.
. . .
Una barca y un pescador:
un "Tamborcito" con forro de papel araña azul,
versos de lápiz
y un poeta.
SÓLO SÉ
Sólo sé
que pienso y creo;
que creo
con los Demás,
y que,
hasta el partir a ningún lado -si es que partir se parte-,
valioso y único
entre iguales y "buitres" existo.
AROMO MÍO
Aromo mío,
acá, "rozando" tus incesantes flancos, existieron tres higueras:
una mayor en esa esquina
donde solía al cielo trepar por sus ramas,
dos menores, mellizas y en línea,
donde frecuentaba armar bajo sus modestas sombras:
de chapitas, ¡ciudades antiguas!;
de barros y dientes de leones, ¡pétreas pirámides!,
de cuarenta palitos parejos,
¡dos ejércitos sin armas, fuegos y mandos!
. . .
No recuerdo cuando, ¡como parten del alma las cosas bellas, Aromo mío!,
sucumbieron las tres.
Una de las menores
-con sus negras raíces expuestas-,
inclinada severamente hacia su tierra,
hacia el pequeño lirio violeta,
recuerdo,
¡vencida!
. . .
¡Ay, Aromo mío!
en nombre de sus pequeñitas existencias y tantísimas otras ¡hagamos cada día agosto!,
¡florezcamos a más no poder!
¡amarillos!, ¡soleados!, ¡gualdos!,
. . .
¡a más no poder!,
¡a más no poder!
EN TU NOMBRE (a Argentina)
En
tu nombre,
en cada una de tus nueve letras españolas y latinoamericanas,
en cada una de tus cuatro sílabas:
cada una de estas células mías,
cada uno de estos átomos ¡y un aromo de agosto y amarillo!
. . .
En tu nombre,
-qué es tan único aquí, como Malvinas, la Cruz del Sur, Carhué y su Torre Blanca,
tan claro, enceguecedor y ¡argentino!
tan lleno de Demás-:
mi bien y servicio
¡y un aromo de agosto y amarillo!
SÁBANAS Y SÁBANAS
Sábanas y sábanas sobre sábanas,
sábanas celestes, azules, albas,
sábanas transparentes y bordadas,
¡las bordadas olas de Mar del Plata!
. . .
Sábanas con rumor de otras playas,
sábanas y sábanas sobre sábanas,
sábanas de mis playas recónditas,
¡las gélidas olas de Mar del Plata!
. . .
Sábanas por miles madres lavadas,
sábanas a los soles soleadas,
sábanas y sábanas sobre sábanas,
¡soleadas olas de Mar del Plata!
. . .
Olas que aproximan melancolías,
olas que las alejan y piérdenlas,
olas de mis playas interiores, ¡las
frías, frías olas de Mar del Plata!
EN AQUEL JARDÍN
En aquel jardín de malvones blancos tras las rejas,
¡la he deseado cada mañana y tarde desde la calle!
. . .
Su blanco rostro
de malvones blancos,
su larga trenza oscura
como un barrote de la exquisita reja,
sus ojos marrones
vidriecitos marrones de su vencida hebilla,
su voz de sirena mediterránea
ahogando odiseos en los aires,...
¡los he deseado sin límites ni rejas
cada mañana y tarde desde la calle!
. . .
Y su casta blusa de popelina,
con una fugaz mirada descuajado aladamente
y sobre la blusa aquella y los malvones blancos,
amado en horas y orfebrería exactas
cada mañana y tarde desde la calle
¡en mi pasar fugaz frente al paraíso hacia el trabajo!
Carhué, octubre de 1921
UNIVERSO
Universo
¡omnipresente y todopoderoso!:
déjame ser, frente al ocaso,
una altura más de humana cuantía,
desde tu militancia que sin detenerse ante ningún cataclismo cósmico
¡impone!,
desde tu anarquía o tu reposo que, ¡loables!,
dejan casi real y huérfanamente serme,
y si es en esta orfandad,
¡ayúdame!
¡en la Vida!
¡en ninguna otra!
. . .
Universo:
¡omnipresente y todopoderoso!
heme ya en la noche, bajo el Aromo,
como un cuenco de barro hacia la Luna...
¡esperando sereno tu bendición
en un nuevo y bello día!
LE PUSE MI AMOR BAJO SU MANO
Le puse mi amor bajo su mano
y mi mano por sus cabellos,
mi sangre y brasa bajo la luna
y sólo, de los mil, sólo mil versos.
. . .
De esos versos, los iniciales,
donde trové mi amor entero,
de esos versos, los finales,
donde fue su amor un velero.
. . .
Y le dediqué mi sangre bajo la luna
y sólo, de los mil, mil versos,
¡heme verano tras otras rimas!
¡heme tras otras y su amor de velero!
MIS PUÑALES (Ni una menos)
Los puñales por jazmines,
las balas por azucenas,
en Pueblos militantes con manos jardineras,
sembrando semillas marrones, rojas, amarillas
¡y
buenas!
. . .
Los golpes por amapolas,
los anticristos por verbenas,
en Pueblos paritarios con picos de canteras
picando sus negras,
¡siniestras
cavernas!
LLUEVE
Llueve lerdamente por los campos,
el aire se ha hecho una muselina grisácea
y las lentas gotas, collares de diamantes en los alambrados de plata y quebracho colorado
ornando los cuellos marrones del Masallé crepuscular.
Los frutales visten un verde de abismos
y de aquel terciopelo olvidado sobre la anciana Singer.
. . .
Galopo gigantesco, alado y Perseo, por el último cuadro,
los ladridos de la entusiasmada e incondicional jauría acompañan el estallido.
Bajo mis costillas caladas,
el cosmos eterno, devorado.
SER SABIO
Ser sabio para hacer,
ser sabio para hablar,
ser sabio para no hacer,
ser sabio para callar,
ser sabio consigo,
ser sabio entre los Demás,...
¡He ahí,
seis sabias cuestiones!
PESE AL CALOR
Pese al calor,
ha comenzado a desvestirse la extensa, matriarcal y cansada enredadera.
. . .
En mis caminatas diarias
alrededor del aljibe donde asunciona la Luna,
suelo pisar,
desde hace unos días y vidriosamente,
despojos rígidos, retorcidos, amarronados,
de hojas y memorias,
dejando,
sobre los colores gastados de las baldosas vainilla,
miríadas de trocitos
de casi nada.
Y HABRÁ ALGO DE ÉPICO (los versos de la carhuentena -XXXV-)
Y habrá algo de épico y bello (permítaseme la altisonancia)
desde este jueves 18 de febrero de 2021 en Carhué
y lo habrá en las calles hacia la Tres,
¡en nuestrxs Mayores! (permítaseme el plural)
tras tanta, por tantos y tantas,
opresiva y vasta reclusión...
¡y lo habrá
en mí!
. . .
Como un niño
¡ya atisbo ese inicio enceguecedoramente soleado!
NO SÉ (los versos de la carhuentena -XXXVI-)
Al Personal de Salud Argentino al frente de esta pandemia y a los que han fallecidos en la tarea.
No sé,
con la seguridad que sé: "hoy es doce de marzo y el sol a raudales brilla",
de tu entrega y tus curvaturas,
de tus marcas al desnudar el rostro,
de tu cuerpo arrojado y solitario,
batido cien veces, ¡victorioso mil más!
que,
entre esas paredes blancas y asépticas, ¡segregadoras de muertes y vidas!,
has vivido,
vives.
. . .
Sólo
entreveo.
. . .
Sí sé
con la seguridad que sé: "hoy es doce de marzo y a las once, bajo un sol brillando a raudales, me he vacunado",
de mi gratitud honda, cotidiana,
franca,
que mantendré entre las rocas de mi existencia
hasta el día de la justa partida.
EL CAMINO DEL FONDO
El camino del fondo, donde moraban las tres higueras,
era de ladrillos.
Iba desde la puertecilla de un enrejado naranja
hasta una pequeña parra y unos lirios violetas.
Le acompañaba enteramente
el tendal de las sábanas...
telas blancas y blancas, primero,
grafas amarillas, como de soles desparramados, después,
más celestes, como los ojos de Liliana,
y verdes, como el de la hierba que bordeaba al galpón plateado de Masallé.
. . .
Yendo y viniendo por ese camino
estudié mis lecciones del secundario.
Atrás, en las noches de invierno de sexto grado,
mis primeras estrellas junto a Tom.
BENDIGO
Bendigo este Aromo,
que al militar sin descanso en ramas, hojas y alturas,
me empuja
a seguir viendo el cielo.
EL VIENTO FRÍO
El viento frío de este 17 de marzo
ha arracimado las hojas caídas de la enredadera en un rincón del patio del aljibe,
los límites del patio
han concurrido.
Asimismo,
las hojas con sus liviandades y formas.
. . .
Las verdes y en la planta,
brillan bajo el sol.
CON MI PODA
Con mi poda vejatoria
los ciclamores del patio del aljibe han reaccionado en audaces brotes,
¡son rubíes del valle de Mogok
en esta fría y radiante mañana del 5 de mayo de 2021!
A sus pies,
un par de bichos bolitas transitan por las baldosas vainillas
como grises trolebuses porteños de los sesenta
cruzando los plateados rieles del último tranvía 38.
El aromo, incólume,
se sigue haciendo de sí, del Universo y de mis miradas.
Mis ojos de hacerlo,
aroman.
. . .
Golpeo el vidrio de la puerta,
Naranjo, inmenso de sol, me contempla aún vestido de verano.
los ciclamores del patio del aljibe han reaccionado en audaces brotes,
¡son rubíes del valle de Mogok
en esta fría y radiante mañana del 5 de mayo de 2021!
A sus pies,
un par de bichos bolitas transitan por las baldosas vainillas
como grises trolebuses porteños de los sesenta
cruzando los plateados rieles del último tranvía 38.
El aromo, incólume,
se sigue haciendo de sí, del Universo y de mis miradas.
Mis ojos de hacerlo,
aroman.
. . .
Golpeo el vidrio de la puerta,
Naranjo, inmenso de sol, me contempla aún vestido de verano.
LAS PRIMERAS HELADAS
Las primeras heladas -sólo las primeras-,
me llevan a extrañarte.
No lo manifiesto en una necesidad de abrigos para el cuerpo
o para la médula;
sólo,
en una gelidez postural y esquinada por las calles del pueblo.
. . .
Las segundas heladas,
las siguientes,
las últimas,
me llevan por los rincones de siempre...
¡hacia
la primavera!
me llevan a extrañarte.
No lo manifiesto en una necesidad de abrigos para el cuerpo
o para la médula;
sólo,
en una gelidez postural y esquinada por las calles del pueblo.
. . .
Las segundas heladas,
las siguientes,
las últimas,
me llevan por los rincones de siempre...
¡hacia
la primavera!
ES POSIBLE
¿Es posible irse de la tierra donde se aprendió a sonreír?,
¿donde se conoció la eternidad?
Su principio -el de la eternidad-,
¿lo tiene acaso?.
(¿Quién recuerda nacer?,
¿quién los primeros gorgoreos?
¡el primer sol, que seguro no volvió a existir!
¡la primera luna, que seguro fue tocada!)
Más su final,
¡qué atravesé incautamente sin repararlo para adentrarme en calles, callejones y callejas!
¿es tan claro
como esta oscura noche del 8 de mayo?
. . .
¿Dónde está hoy la Luna?
¿dónde sus pechos blancos?
. . .
He ido hacia el aljibe,
a tientas.
He vuelto,
a tientas.
¿donde se conoció la eternidad?
Su principio -el de la eternidad-,
¿lo tiene acaso?.
(¿Quién recuerda nacer?,
¿quién los primeros gorgoreos?
¡el primer sol, que seguro no volvió a existir!
¡la primera luna, que seguro fue tocada!)
Más su final,
¡qué atravesé incautamente sin repararlo para adentrarme en calles, callejones y callejas!
¿es tan claro
como esta oscura noche del 8 de mayo?
. . .
¿Dónde está hoy la Luna?
¿dónde sus pechos blancos?
. . .
He ido hacia el aljibe,
a tientas.
He vuelto,
a tientas.
ACECHO
Acecho tres rostros de la eternidad en mí:
- el de la vida,
- el de la niñez y la mocedad,
¡meollo cegador desde donde irradia a los otros dos!,
- el del presente...
donde nos besamos.
- el de la vida,
- el de la niñez y la mocedad,
¡meollo cegador desde donde irradia a los otros dos!,
- el del presente...
donde nos besamos.
CREO PENSAR EN EL SEÑOR BORGES
el señor Borges parece
una fractálica biblioteca -memoriosa leedora despótica ingeniosa-
de pasillos mesuradamente desmembrados -entre Leonor y lo Propio, entre una mano y la otra, entre tierras nórdicas y Éstas, entre la inmortalidad y la Vida, entre el sueño y el otro sueño, entre una pupila y la otra,...- configurando el Laberinto de San Reparato -o el Buscaminas de Donner-.
. . .
Entre
ellos,
de gris áspera quieta fatua y fisgona estela 735 con siete guerreros Nortumbrios en el extranjero polvo de Ginebra,
tallada por María desde una ciudad fundada en cuento, ¡en una Patria de 30.400 desaparecidos!,
de legiones
borgianas.
. . .
Al dejarlo,
una biblia.
EN LA TIERRA (a Marcos y a Rogelio)
En la tierra removida del camposanto,
en las flores de plástico lindantes y en el aire de las cuatro de la tarde,
en la oración que sale de la boca
y en la boca que está en un cuerpo,
en la ropa de invierno que abriga sin sentido
En la tierra removida del camposanto,
en las flores de plástico lindantes y en el aire de las cuatro de la tarde,
en la oración que sale de la boca
y en la boca que está en un cuerpo,
en la ropa de invierno que abriga sin sentido
y en el camino de vuelta, donde se vuelve a rincones ora extraños,
en el sol que brilla absurdo sobre el cemento duro
y en las ramblas de un verde sin esperanza,
en el sonido del picaporte dorado que brilla porque sí
y en las habitaciones al cerrar la puerta de entrada...
en el sol que brilla absurdo sobre el cemento duro
y en las ramblas de un verde sin esperanza,
en el sonido del picaporte dorado que brilla porque sí
y en las habitaciones al cerrar la puerta de entrada...
hay
dolor.
CREO EN LA INMORTALIDAD
Creo en la inmortalidad de cada persona
y sólo la creo "en" la efímera vida de cada persona.
La creo,
como un esfumato leonardesco negativo,
yendo, desde la suma claridad -en los años enceguecedores donde es impensable e "insentible",... como impensable e "insentible", la mortalidad-
hacia la negrura hambrienta de la noche y el granito -donde es pensable y sentible,... como pensable y sentible, la mortalidad-.
y sólo la creo "en" la efímera vida de cada persona.
La creo,
como un esfumato leonardesco negativo,
yendo, desde la suma claridad -en los años enceguecedores donde es impensable e "insentible",... como impensable e "insentible", la mortalidad-
hacia la negrura hambrienta de la noche y el granito -donde es pensable y sentible,... como pensable y sentible, la mortalidad-.
CON EL PECHO TAN HUNDIDO (a la Masacre de Napalpí)
Con el pecho tan hundido,
sin saber cómo llegar,
sin saber cómo estar,
qué decir, qué no decir,
¡caminando en la historia
a Napalpí yo voy!
. . .
Sin saber por dónde,
sí, por qué, sí, por quién,
en silencio y pequeño,
caminando en la historia,
¡por la memoria y la justicia
a Napalpí yo voy!
sin saber cómo llegar,
sin saber cómo estar,
qué decir, qué no decir,
¡caminando en la historia
a Napalpí yo voy!
. . .
Sin saber por dónde,
sí, por qué, sí, por quién,
en silencio y pequeño,
caminando en la historia,
¡por la memoria y la justicia
a Napalpí yo voy!
ES EL ARTE
Es el arte una forma de hablar
(escribir, pintar, actuar,...),
una forma de escuchar
(leer, mirar, sentir,...),
una forma de silenciar
y no silenciar.
. . .
Es pequeño, como las olas de Epecuén,
o de enciclopedias, como las olas de Mar del Plata.
Es de Todos y Todas,
como las olas, de nubes, lluvias, techos de cartón, montañas, ríos, mares y charcos.
. . .
Es mi palabra
de poeta.
Es el arte una forma de hablar
(escribir, pintar, actuar,...),
una forma de escuchar
(leer, mirar, sentir,...),
una forma de silenciar
y no silenciar.
. . .
Es pequeño, como las olas de Epecuén,
o de enciclopedias, como las olas de Mar del Plata.
Es de Todos y Todas,
como las olas, de nubes, lluvias, techos de cartón, montañas, ríos, mares y charcos.
. . .
Es mi palabra
de poeta.
ES EL AROMO
Es el aromo de la Plaza de Carhué, que ya no está,
el amarillo, siempre, de sus flores de agosto.
. . .
Es mi palabra
de poeta.
el amarillo, siempre, de sus flores de agosto.
. . .
Es mi palabra
de poeta.
TE HAS VENIDO
Te has venido a mi piel,
en el eje del tórax,
con tu jardín pequeño
de amapolas y ortigas.
Y has quedado aquí,
anidando ternura,
de septiembre a mayo,
de amapolas y ortigas.
Estoy, pues, urgente
donde tú amor quiere,
meciendo afanoso
con cada latido
ese vergel tuyo
¡de amapolas y ortigas!
Te has venido a mi piel,
en el eje del tórax,
con tu jardín pequeño
de amapolas y ortigas.
Y has quedado aquí,
anidando ternura,
de septiembre a mayo,
de amapolas y ortigas.
Estoy, pues, urgente
donde tú amor quiere,
meciendo afanoso
con cada latido
ese vergel tuyo
¡de amapolas y ortigas!
CUANDO EL AROMO
Cuando el aromo de la Plaza de Carhué y de agosto se encendía
¡era una antorcha amarilla!
y eran amarillos:
todos los ojos carhuenses,
la Luna, el limonero
y la bella Torre del Pueblo,
las mariposas de la plaza,
las estelas del camposanto,
el andar de la hermana Ida
y mi madre en delantal llamando.
. . .
Es mi recuerdo
de poeta.
Cuando el aromo de la Plaza de Carhué y de agosto se encendía
¡era una antorcha amarilla!
y eran amarillos:
todos los ojos carhuenses,
la Luna, el limonero
y la bella Torre del Pueblo,
las mariposas de la plaza,
las estelas del camposanto,
el andar de la hermana Ida
y mi madre en delantal llamando.
. . .
Es mi recuerdo
de poeta.
LA FELICIDAD
La felicidad,
¡la que ha veces bella me arropa!,
es de algodón blanco al aire secado
y breves arrugas.
. . .
Tiene dormidas niñas tristezas
¡y pinceles de Sorolla!,
tiene miradas pueblerinas amarillas
y la Tuya, ¡sol y recuerdo entre ellas!
. . .
Aletea colibrí al yo moverme,
me arropa en cada cubículo sólo unas horas,
se deshila en soplos,
¡imperceptible!...
¡cómo los bichos bolitas bajo las piedras del patio!,
¡cómo Aylan, en mi lunita aljibera, riendo!
La felicidad,
¡la que ha veces bella me arropa!,
es de algodón blanco al aire secado
y breves arrugas.
. . .
Tiene dormidas niñas tristezas
¡y pinceles de Sorolla!,
tiene miradas pueblerinas amarillas
y la Tuya, ¡sol y recuerdo entre ellas!
. . .
Aletea colibrí al yo moverme,
me arropa en cada cubículo sólo unas horas,
se deshila en soplos,
¡imperceptible!...
¡cómo los bichos bolitas bajo las piedras del patio!,
¡cómo Aylan, en mi lunita aljibera, riendo!
ESTA BARBA (los versos de la carhuentena -XXXVII-)
Esta
barba,
¡densa, arremolinada, hosca, blanca
y con notable propio designio!,
cubre, como un barbijo de queratina,
este rostro que no puedo entenderme,
posiblemente,
porque no sea yo.
barba,
¡densa, arremolinada, hosca, blanca
y con notable propio designio!,
cubre, como un barbijo de queratina,
este rostro que no puedo entenderme,
posiblemente,
porque no sea yo.
ESCRIBO
Escribo, extrañamente,
no para que me lean.
Escribo, extrañamente,
porque me leen.
ERA UN GOZO
¡Era un gozo escucharla leer
sobre la ventana al lago abierta!
¡Ver su pelo fino, prófugo de una hebilla de chapa,
acompañando a sus labios,
como una pequeña orquesta
de delgados delgados concertistas!
. . .
Carhué la dibujaba, una y otra tarde, ciego en su cayado,
¡ciego de amores y amores!
salvo...
los libros distintos que al azar tocaba,
y los músicos que partían,
y la voz más suave,
más
suave...
sobre la ventana al lago abierta!
¡Ver su pelo fino, prófugo de una hebilla de chapa,
acompañando a sus labios,
como una pequeña orquesta
de delgados delgados concertistas!
. . .
Carhué la dibujaba, una y otra tarde, ciego en su cayado,
¡ciego de amores y amores!
salvo...
los libros distintos que al azar tocaba,
y los músicos que partían,
y la voz más suave,
más
suave...
¿DE DÓNDE VIENEN LAS OLAS DE MAR DEL PLATA?
¿De dónde vienen las olas de Mar del Plata?:
- ¿de tempestades que tamborilean en el horizonte cual mi Tamborcito de Tacuarí en el frente?,
- ¿de mis lavanderas africanas cantando?,
- ¿del llanto de mis niños y niñas que desgarrados de su patria migran y yo escribo?
. . .
¿A dónde van?:
- ¿a baldear un extenuado sol en cada ocaso?,
- ¿a llevar botellas con cuartillas de buena voluntad a desesperanzados?,
- ¿a mecer mis Alfonsinas abismales?
. . .
Me inclino,
las toco con las manos lavadas, como un pontífice toca la nueva y extranjera tierra.
. . .
¡Quiero ser, Masallé,
átomo encontrado de tu inmenso océano!
¡y de tus nubes, lloviznas y arroyuelos!
¡y del rocío de tus avenas!
. . .
¡Y de tu agua de lluvia en este aljibe
cuando mi luna armiñada con Aylan y un séquito de mil estrellas a tus sabias alturas suben!
¿De dónde vienen las olas de Mar del Plata?:
- ¿de tempestades que tamborilean en el horizonte cual mi Tamborcito de Tacuarí en el frente?,
- ¿de mis lavanderas africanas cantando?,
- ¿del llanto de mis niños y niñas que desgarrados de su patria migran y yo escribo?
. . .
¿A dónde van?:
- ¿a baldear un extenuado sol en cada ocaso?,
- ¿a llevar botellas con cuartillas de buena voluntad a desesperanzados?,
- ¿a mecer mis Alfonsinas abismales?
. . .
Me inclino,
las toco con las manos lavadas, como un pontífice toca la nueva y extranjera tierra.
. . .
¡Quiero ser, Masallé,
átomo encontrado de tu inmenso océano!
¡y de tus nubes, lloviznas y arroyuelos!
¡y del rocío de tus avenas!
. . .
¡Y de tu agua de lluvia en este aljibe
cuando mi luna armiñada con Aylan y un séquito de mil estrellas a tus sabias alturas suben!
SOÑÉ (a Antonio Machado)
Soñé,
Antonio,
que volvías de Colliure
bajando sencillo y verso por los Pirineos.
Soñé,
que la mañana era azul
y más azules los lirios azules
y las aguileñas de las montañas.
Que la nieve blanca honraba tus sencillos pasos
y era, entonces, nieve y nubes de primavera por sendero.
. . .
Soñé,
que la banda de esta Bella Plaza de Carhué preparaba acordes,
que la distancia se poblaba de pañuelos blancos y buenas personas,
de miradas francas y de aquellas rosas
y que desde allí, con Naranjo,
yo soñaba...
¡volviéndote a tu España
sencillo y verso por los Pirineos!
Soñé,
Antonio,
que volvías de Colliure
bajando sencillo y verso por los Pirineos.
Soñé,
que la mañana era azul
y más azules los lirios azules
y las aguileñas de las montañas.
Que la nieve blanca honraba tus sencillos pasos
y era, entonces, nieve y nubes de primavera por sendero.
. . .
Soñé,
que la banda de esta Bella Plaza de Carhué preparaba acordes,
que la distancia se poblaba de pañuelos blancos y buenas personas,
de miradas francas y de aquellas rosas
y que desde allí, con Naranjo,
yo soñaba...
¡volviéndote a tu España
sencillo y verso por los Pirineos!
ESCULPO
Esculpo
cada renglón vacío entre dos versos:
minuciosa-
mente.
. . .
Lo hago
como fotografío Carhué en tiempos limpios,
como miro desde el aljibe la llegada de las tormentas en verano
¡esas cabalgatas furiosas de valquirias y Wagner!
como tecleo colores morados, sepias y polígonos,
como le respondo al buen vecino que se me asoma en las ventanas de estas redes,
como pienso sobre las cuestiones humanas y me pienso,
hurgando Ferrater Mora, Laplanche y Pontalis, Testut y Houssay,
. . .
como me destierro
en esta peste:
minuciosa-
mente.
cada renglón vacío entre dos versos:
minuciosa-
mente.
. . .
Lo hago
como fotografío Carhué en tiempos limpios,
como miro desde el aljibe la llegada de las tormentas en verano
¡esas cabalgatas furiosas de valquirias y Wagner!
como tecleo colores morados, sepias y polígonos,
como le respondo al buen vecino que se me asoma en las ventanas de estas redes,
como pienso sobre las cuestiones humanas y me pienso,
hurgando Ferrater Mora, Laplanche y Pontalis, Testut y Houssay,
. . .
como me destierro
en esta peste:
minuciosa-
mente.
ENTRE LOS MÁS BELLAS TONADAS
Entre las más bellas tonadas de la naturaleza
tengo al graznido de las gaviotas,
no de una,
de una bandada.
. . .
Tras "infechado" tiempo,
las volví a escuchar hoy, aún tendido.
Un sentimiento de cuadros de avena y centeno
expandió afable mi tórax.
. . .
Imperceptiblemente,
Entre las más bellas tonadas de la naturaleza
tengo al graznido de las gaviotas,
no de una,
de una bandada.
. . .
Tras "infechado" tiempo,
las volví a escuchar hoy, aún tendido.
Un sentimiento de cuadros de avena y centeno
expandió afable mi tórax.
. . .
Imperceptiblemente,
fue saberme mejor quién era,
como cuando te desvistes, Epecuén,
en la timidez de mis cosas.
como cuando te desvistes, Epecuén,
en la timidez de mis cosas.
LA MADRESELVA
La madreselva del tapial
ahí está, desde mis cortos años:
leñosa,
sin tiempo,
humilde,
poco advertida,
¡sin competir en poderíos, glorias
y riquezas de un vano patio!
. . .
Su perfume no es el del jazmín que al abrir una ventana alborota,
es más pequeño, quizás puntos y comas de mis versos.
. . .
Como en una mesa de Carriego,
ha estado ocupando en el muro la misma silla,
frente a las dos higueras que ya no están,
sobre alfombritas de dientes de león y ortigas.
. . .
Al llegar la hiedra
quedó, en pocos veranos, perdida,
¡sólo las flores de esa opulencia tiránica emergen
con una necesidad justa de dignidad y colibríes!
. . .
Su opresora, en su hambriento verde,
como collares de citrino las tiene.
Abejas, mariposas y avecillas,
como campanillas llamando ¡de confites y ambrosía!
La madreselva del tapial
ahí está, desde mis cortos años:
leñosa,
sin tiempo,
humilde,
poco advertida,
¡sin competir en poderíos, glorias
y riquezas de un vano patio!
. . .
Su perfume no es el del jazmín que al abrir una ventana alborota,
es más pequeño, quizás puntos y comas de mis versos.
. . .
Como en una mesa de Carriego,
ha estado ocupando en el muro la misma silla,
frente a las dos higueras que ya no están,
sobre alfombritas de dientes de león y ortigas.
. . .
Al llegar la hiedra
quedó, en pocos veranos, perdida,
¡sólo las flores de esa opulencia tiránica emergen
con una necesidad justa de dignidad y colibríes!
. . .
Su opresora, en su hambriento verde,
como collares de citrino las tiene.
Abejas, mariposas y avecillas,
como campanillas llamando ¡de confites y ambrosía!
EL VIENTO DE HOY
El viento de hoy
ha volado los trapos de piso donde Naranjo en la ventana descansa
y entre sus pliegues fríos e impasibles
me ha dejado olor bajito de sal en las persianas.
Salgo al patio de baldosas moras y aljibe,
Naranjo, maulla por mi ahuecada mano
y al unísono,
los golpes del aire danzan mi cabello fácil y adelgazado.
. . .
Afuera, en Sierra de la Ventana,
por la oscuridad ha nevado.
y entre sus pliegues fríos e impasibles
me ha dejado olor bajito de sal en las persianas.
Salgo al patio de baldosas moras y aljibe,
Naranjo, maulla por mi ahuecada mano
y al unísono,
los golpes del aire danzan mi cabello fácil y adelgazado.
. . .
Afuera, en Sierra de la Ventana,
por la oscuridad ha nevado.
BILLIKEN
Billiken, en el "roperito"
(así le llamabamos en casa al alto y escuálido mueble de cristal por pecho)
fue en mi infancia,
dos pilas de revistas de sendos ochenta centímetros
¡qué separaban -como Columnas de Hércules- Carhué, Epecuén y Masallé del resto del Universo.
. . .
Sentado sobre las rojas y enceradas baldosas
los ordenaba durante horas -generalmente de relojes rotos o sin cuerda- una y otra vez acorde a las nubes del día
¡y a un santiamén, siempre,
de toda gloria, poder y riqueza!
. . .
Sabía,
de tantos arreglos y como un espejo bien sabe un rostro:
cada página suya de esos años sesenta,
cada risueña portada de Lino Palacios,
cada lámina central de cartoncillo y colores,
cada "Enciclopedia Infantil" al final inexorable de su lectura.
. . .
Es por ello que,
al buscar recluido hoy, imprescindibles sentidos,
me invade un deseo rotundo de su absoluto olvido
para que el gozo del encuentro con sus hojas
¡sea el de un niño!
Billiken, en el "roperito"
(así le llamabamos en casa al alto y escuálido mueble de cristal por pecho)
fue en mi infancia,
dos pilas de revistas de sendos ochenta centímetros
¡qué separaban -como Columnas de Hércules- Carhué, Epecuén y Masallé del resto del Universo.
. . .
Sentado sobre las rojas y enceradas baldosas
los ordenaba durante horas -generalmente de relojes rotos o sin cuerda- una y otra vez acorde a las nubes del día
¡y a un santiamén, siempre,
de toda gloria, poder y riqueza!
. . .
Sabía,
de tantos arreglos y como un espejo bien sabe un rostro:
cada página suya de esos años sesenta,
cada risueña portada de Lino Palacios,
cada lámina central de cartoncillo y colores,
cada "Enciclopedia Infantil" al final inexorable de su lectura.
. . .
Es por ello que,
al buscar recluido hoy, imprescindibles sentidos,
me invade un deseo rotundo de su absoluto olvido
para que el gozo del encuentro con sus hojas
¡sea el de un niño!
LA PATRIA
La Patria, ¡esa obsesiva e ígnea pasión!, ¡ese clavado sufrimiento y bendito goce!, se construye como se construyen sus buenas Personas y sus Leyes e Instituciones necesarias y justas:
paso a paso, piquetas de acero y nubes, horizontes y lejanías.
Hay entre Ellos un persistente, verdadero y bello oleaje que anda y desanda,
dibujando playas y acantilados, pupitres, escaños y yunques.
Se construye y lo hace cotidianamente, pues no es ni está nada en su Verbo ¡dado ni prometido!:
¡son numerosos e incansables los "buitres" qué caminan sobre su deseada tierra!, ¡qué voraces acechan sobre su espléndida cima!
. . .
La Patria se construye también, impregnada de aulas y talleres
con ventanas abiertas a la algarabía, al tesón, a los sueños compartidos y soñados bajo la Cruz del Sur, ¡de enero a diciembre exactos!
Incluso, en los huesos solitarios de sus cuatro frentes.
Incluso, desde sus tumbas ardientes, naciones previas hendidas, Juanitos y Ramonas más blancas gaviotas que cantando llegan.
Incluso, desde sus desvaríos y razones en Plazas y memorias.
Incluso, en hospitales contra oscuras, mudables, oscuras pestes.
. . .
La Patria, ¡esa obsesiva e ígnea pasión!, ¡ese clavado sufrimiento y bendito goce!,
se construye como se construyen sus buenas Personas, ¡cómo se construyen sus Leyes e Instituciones necesarias y justas!:
¡paso a paso, piquetas de acero y nubes,
horizontes y lejanías!
La Patria, ¡esa obsesiva e ígnea pasión!, ¡ese clavado sufrimiento y bendito goce!, se construye como se construyen sus buenas Personas y sus Leyes e Instituciones necesarias y justas:
paso a paso, piquetas de acero y nubes, horizontes y lejanías.
Hay entre Ellos un persistente, verdadero y bello oleaje que anda y desanda,
dibujando playas y acantilados, pupitres, escaños y yunques.
Se construye y lo hace cotidianamente, pues no es ni está nada en su Verbo ¡dado ni prometido!:
¡son numerosos e incansables los "buitres" qué caminan sobre su deseada tierra!, ¡qué voraces acechan sobre su espléndida cima!
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La Patria se construye también, impregnada de aulas y talleres
con ventanas abiertas a la algarabía, al tesón, a los sueños compartidos y soñados bajo la Cruz del Sur, ¡de enero a diciembre exactos!
Incluso, en los huesos solitarios de sus cuatro frentes.
Incluso, desde sus tumbas ardientes, naciones previas hendidas, Juanitos y Ramonas más blancas gaviotas que cantando llegan.
Incluso, desde sus desvaríos y razones en Plazas y memorias.
Incluso, en hospitales contra oscuras, mudables, oscuras pestes.
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La Patria, ¡esa obsesiva e ígnea pasión!, ¡ese clavado sufrimiento y bendito goce!,
se construye como se construyen sus buenas Personas, ¡cómo se construyen sus Leyes e Instituciones necesarias y justas!:
¡paso a paso, piquetas de acero y nubes,
horizontes y lejanías!
ENTRE CARHUÉ Y EPECUÉN
Entre Carhué y Epecuén, cerca del extraviado castillo y bañado por el manso lago,
se levanta, escondido de la pequeña ruta, el Hotel Plage.
. . .
En su salón principal,
el Adagio en sol menor de Albinoni y un coloquio de diez mujeres, en un atardecer del 35 se escuchan.
Sentadas, de pies en equis, de dilatadas polleras y oscuras, de rostros neutros y sombreros puestos u olvidados,
dejan de hablar, se corrigen, fotografían,... y continúan temas.
. . .
Una vieja foto en la web,
¡ay!, ¡del silencio y del ayer los ha traído!
se levanta, escondido de la pequeña ruta, el Hotel Plage.
. . .
En su salón principal,
el Adagio en sol menor de Albinoni y un coloquio de diez mujeres, en un atardecer del 35 se escuchan.
Sentadas, de pies en equis, de dilatadas polleras y oscuras, de rostros neutros y sombreros puestos u olvidados,
dejan de hablar, se corrigen, fotografían,... y continúan temas.
. . .
Una vieja foto en la web,
¡ay!, ¡del silencio y del ayer los ha traído!
¿QUÉ ES LA BELLEZA?
¿Qué es la Belleza?
¿Esta que va de rostro en rostro?,
¿de juventud en juventud?,
¿de rosa de la tarde en pimpollo del alba?,
¡Ay!,
¡tan efímera, seductora y presuntuosa!
. . .
¿Qué es
la Belleza?
¿Esta que va de lienzo en poema?,
¿de Sorolla en Storni?,
¿de aleteo en bel canto?,
¿de Bocca en Callas?
. . .
De Plaza de dos eucaliptos y un pino hendido,
de ocasos del Lago,
de surcos olientes de avena y centeno,
¿es la belleza?
. . .
¡Resplandor del Bien y de la Verdad!,
Masallé -en el viento que danza mi pelo fácil y adelgazado- me revela.
¿Qué es la Belleza?
¿Esta que va de rostro en rostro?,
¿de juventud en juventud?,
¿de rosa de la tarde en pimpollo del alba?,
¡Ay!,
¡tan efímera, seductora y presuntuosa!
. . .
¿Qué es
la Belleza?
¿Esta que va de lienzo en poema?,
¿de Sorolla en Storni?,
¿de aleteo en bel canto?,
¿de Bocca en Callas?
. . .
De Plaza de dos eucaliptos y un pino hendido,
de ocasos del Lago,
de surcos olientes de avena y centeno,
¿es la belleza?
. . .
¡Resplandor del Bien y de la Verdad!,
Masallé -en el viento que danza mi pelo fácil y adelgazado- me revela.
TENGO POR LIMPIOS ESPEJOS
Tengo por limpios espejos
dos cercanos, erguidos y genuinos:
un plano simplón de vidrio y plata
donde, ¡poco peino y menos reino!
y rostros texturados por la vida
de mis pares en los ciclos y vecinos.
. . .
En los primeros, me contemplo
con las áridas leyes de los físicos,
en los segundos,
desde los semejantes espacios vividos:
una canción, un tren, dos escarchas pegadas,
¡ay!, ¡y siniestros totalitarismos!
. . .
Tengo por limpios espejos aquellos,
¡cercanos, erguidos y genuinos!,
mas, al desasir el peine e incoloras hebras:
¡mi voluntad, mis textos latinos!
Tengo por limpios espejos
dos cercanos, erguidos y genuinos:
un plano simplón de vidrio y plata
donde, ¡poco peino y menos reino!
y rostros texturados por la vida
de mis pares en los ciclos y vecinos.
. . .
En los primeros, me contemplo
con las áridas leyes de los físicos,
en los segundos,
desde los semejantes espacios vividos:
una canción, un tren, dos escarchas pegadas,
¡ay!, ¡y siniestros totalitarismos!
. . .
Tengo por limpios espejos aquellos,
¡cercanos, erguidos y genuinos!,
mas, al desasir el peine e incoloras hebras:
¡mi voluntad, mis textos latinos!
¡y verdes, verdes,
nuevos verdes, miríficos caminos!
CON LOS VIENTOS DE JULIO
Con los vientos de julio, agosto y la pampa
el día teje alas gigantes y hace flamenco del Epecuén su luminoso cuerpo.
Carhué se aferra a sus zancos,
como Aladino por el Universo a su alfombra.
Voy con ellos
desparramando sustantivos, verbos y adjetivos más semillas de amapolas y conejitos.
. . .
¡Sea mañana la Tierra para niños y niñas
puro vergel de flores y cuentos!
el día teje alas gigantes y hace flamenco del Epecuén su luminoso cuerpo.
Carhué se aferra a sus zancos,
como Aladino por el Universo a su alfombra.
Voy con ellos
desparramando sustantivos, verbos y adjetivos más semillas de amapolas y conejitos.
. . .
¡Sea mañana la Tierra para niños y niñas
puro vergel de flores y cuentos!
LAS ESTATUILLAS DE YESO
Las estatuillas de yeso horadadas por la intemperie
visten de lejanía, recuerdos y secretos al patio.
La niebla de algunas de estas mañanas,
los vientos fríos estacionales, las lloviznas
y los fieles atardeceres que empardecen materialmente la realidad de todas las cosas,
acentúan esas sensaciones,
tornando de un lacónico misterio
arbustos, hiedras, madreselva, rosales, jazmines y Aromo.
. . .
Tal hendidura me habilita cada mañana
abrir la ventana, alimentar a Naranjo,
deleitarme concisamente
e ir más allá de esta ignominiosa peste,
visten de lejanía, recuerdos y secretos al patio.
La niebla de algunas de estas mañanas,
los vientos fríos estacionales, las lloviznas
y los fieles atardeceres que empardecen materialmente la realidad de todas las cosas,
acentúan esas sensaciones,
tornando de un lacónico misterio
arbustos, hiedras, madreselva, rosales, jazmines y Aromo.
. . .
Tal hendidura me habilita cada mañana
abrir la ventana, alimentar a Naranjo,
deleitarme concisamente
e ir más allá de esta ignominiosa peste,
¡cómo eso de hurgar en estas ventanas y hendiduras de la web
a Carl Holsøe y Vilhelm Hammershøi!
CREO 70 VECES 7
Creo "setenta veces siete"
y tras 560.000.000 de respiros:
en esta Tierra, en este cielo
desde la Tierra y en lo que miro,
en el ir y venir de la Vida...
¡y en la eternidad de su sacro suspiro!
y tras 560.000.000 de respiros:
en esta Tierra, en este cielo
desde la Tierra y en lo que miro,
en el ir y venir de la Vida...
¡y en la eternidad de su sacro suspiro!